Jornada de investigación en el aniversario del accidente minero de Aznalcóllar

El accidente de la mina de Aznalcóllar (Sevilla) en abril de 1998 fue una catástrofe ecológica y socioeconómica a gran escala. La posterior limpieza y recuperación de los suelos contaminados, su forestación y la creación de un espacio protegido – Corredor Verde del Guadiamar – han significado un estudio de caso con relieve internacional.

Con motivo del vigésimo aniversario de dicho accidente minero, el 26 de abril de 2018 ha tenido lugar en el IRNAS, CSIC de Sevilla una Jornada de Investigación con el título Recuperación de suelos y servicios ecosistémicos.

Fue inaugurada por José Enrique Fernández (Director del IRNAS), Isabel González (Directora del Programa de Doctorado Recursos Naturales y Medio Ambiente, Universidad de Sevilla) y Margarita Paneque (Delegada del CSIC en Andalucía).

José Enrique Fernández destacó el papel relevante de los investigadores del IRNAS en el estudio del impacto del vertido minero sobre la contaminación de los suelos de la cuenca del Guadiamar, así como en la evaluación de las medidas de recuperación y el seguimiento de los niveles de elementos traza en suelos y plantas.

La Jornada comprendió seis ponencias y una mesa redonda.

Miguel Ferrer (EBD, CSIC) era Director de la Estación Biológica de Doñana en 1998, cuando ocurrió el accidente de Aznalcóllar. Por tanto, fue testigo directo y participante activo en las primeras comisiones científicas, formadas por el CSIC y las universidades, para evaluar el impacto del vertido y proponer las medidas de mitigación y recuperación de la zona afectada.

Recordó la historia de las primeras actuaciones de las comisiones (temas prioritarios de investigación) y las medidas urgentes tomadas por la administración (retirada de lodos, prohibición de caza y pesca, etc.).

Dirigió el estudio de los efectos del vertido en los ecosistemas de Doñana, en particular de las aves. Tras el accidente, se detectaron valores muy elevados de concentración de algunos metales en aves (fueron récord histórico en muchos casos) y se ha estimado que el primer año pudieron morir unos 5.000 gansos, como consecuencia del vertido.

Resaltó la importancia de la prensa y los medios de comunicación que cubrieron la catástrofe ambiental, para aumentar la percepción social de la utilidad de la ciencia.

Francisco Cabrera (IRNAS, CSIC) fue pionero en el estudio de las filtraciones y la contaminación del Guadiamar por las actividades mineras, con trabajos publicados desde 1978 (veinte años antes del accidente). Formó parte del Grupo de expertos del CSIC y organismos colaboradores sobre la emergencia ecológica del río Guadiamar. Desde el Grupo SoilPlant del IRNAS ha coordinado los estudios de la recuperación de los suelos afectados por el accidente minero, durante los últimos 20 años.

En su presentación explicó que el primer objetivo fue la determinación de la composición química del lodo y de los suelos afectados; se observó una contaminación severa de As, Cd, Cu, Pb, Tl y Zn. Después de la limpieza de lodos, se recomendó la aplicación de enmiendas, especialmente carbonatos y materia orgánica, para la recuperación natural asistida de los suelos contaminados, mediante la inmovilización de los elementos traza con toxicidad potencial. En particular, mostró los resultados de un experimento a largo plazo (16 años), en el que se probó la eficiencia de dos tipos de enmiendas – espuma azucarera y compost de biosólidos – en la reducción de la acidez del suelo y de la biodisponibilidad de los elementos traza.

Emilio Galán (Universidad de Sevilla) situó a la mina de Aznalcóllar (rica en cinc y plomo) en el contexto de la Faja Pirítica Ibérica, que se extiende por el sur de Portugal y el SO de España.

En la evolución temporal de los suelos contaminados y recuperados mostró una tendencia a la reducción de la acidez y de la concentración de pirita (por oxidación), aunque las concentraciones de arsénico, cobre y plomo apenas disminuyeron. En consecuencia, debe mantenerse la vigilancia de la calidad de estos suelos.

Destacó la importancia del estudio de los elementos traza en suelos de Andalucía, que ha permitido definir para cada elemento el valor de fondo geoquímico natural; argumentó que son estos valores locales, y no los promedios mundiales, los que deben usarse como referencia para declarar un suelo como contaminado. Por otra parte, mostró la metodología para calcular los niveles genéricos de referencia de los elementos potencialmente tóxicos, es decir, los valores umbrales a partir de los cuales puede haber riesgo para la salud humana o del ecosistema.

Paula Madejón (IRNAS) presentó las medidas de recuperación de suelos contaminados que han sido evaluadas por investigadores del IRNAS, como parte del proyecto europeo RECARE: en concreto, la aplicación de enmiendas y la plantación de árboles (fitoestabilización).

A continuación se proyectó un video producido por Viverra Films para el citado proyecto, mostrando la investigación realizada en este estudio de caso de recuperación de suelos degradados (uno de los 17 sitios de estudio distribuidos por Europa).

María Teresa Domínguez (Universidad de Sevilla) presentó la perspectiva del suelo como capital natural que proporciona servicios ecosistémicos para el bienestar humano, con resultados de algunos estudios desarrollados en el Corredor Verde del Guadiamar relacionados con esta perspectiva . Entre los servicios de provisión estudiados destacó el pasto para el ganado equino (siempre que no se consuma su carne), con niveles tolerables de arsénico y cadmio.

También mostró resultados sobre la potencialidad de especies de crecimiento rápido, como el cardo (Silybum marianum), para abastecer de biomasa lignocelulósica.

En el caso del Corredor Verde resaltó la gran importancia de los servicios de regulación, en especial la atenuación y filtrado de la contaminación, mediante el efecto de estabilización de los elementos traza por parte de las plantas y sus microorganismos asociados. A largo plazo, las plantaciones de árboles contribuirán al secuestro de carbono en el suelo y a la mitigación del cambio climático.

Francisco Quirós (Junta de Andalucía) recordó el ambicioso objetivo inicial del Gobierno Andaluz: convertir el escenario de una catástrofe ambiental en un espacio recuperado, para todos los ciudadanos.

Así, el 22 de abril 2003 se declaró el Paisaje Protegido Corredor Verde del Guadiamar, ocupando 2.706 hectáreas contaminadas por el vertido minero y posteriormente recuperadas.

Señaló que el objetivo actual de los gestores de este espacio es consolidar el corredor ecológico para la conservación de la biodiversidad, con la potenciación de los servicios ecosistémicos, especialmente los de regulación y los culturales. Además, defendió que la buena gestión se debe apoyar en la investigación y el seguimiento.

La Jornada terminó con una mesa redonda moderada por Teodoro Marañón (IRNAS), con el tema “Un espacio natural recuperado: retos y oportunidades”. Hubo consenso en señalar que el principal reto científico-técnico tras el vertido fue la rápida limpieza y recuperación de la zona contaminada.

En el debate surgió el nuevo reto que supone la reapertura de la mina de Aznalcóllar, la necesidad de contar con las máximas garantías para que no se repitan los episodios de contaminación y el desarrollo de una minería limpia.

Entre las oportunidades, se destacó la creación del nuevo espacio protegido y su función como corredor ecológico, favoreciendo la conservación de la biodiversidad. Desde el punto de vista científico, se mencionó la oportunidad de contar con un laboratorio natural donde ensayar y evaluar técnicas de recuperación de suelos contaminados. Se consideró muy relevante la transferencia de conocimiento y tecnología (adquiridos en estos 20 años después del accidente) para su aplicación en otros casos similares.

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Fotos de Bruno Sester (Delegación del CSIC en Andalucía).

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